martes, 20 de agosto de 2013

Visita inesperada - 5 Capítulo.

No sabía exactamente cuánto tiempo llevaba tumbada en aquella cama de hospital, aunque el tiempo parecía ir bastante lento, al menos para mi.
Mamá había estado todo el tiempo a mi lado, me había contado innúmeros relatos sobre Francia y lo mucho que me iba a gustar ir a vivir allí con ella y con Peter.
Estaba más que segura de que me encantaría vivir en Monte Carlo pero, eso estaba descartado de mis planes y mi madre iba a tener que entender, le gustase o no.
El fuego se iba apaciguando a medida que el tiempo pasaba y mis sentidos se iban volviendo más agudos también. De hecho ayer pude oler el olor del champú  de fresa de Ash incluso antes de que ella entrara en la habitación. Era extraño, pero tenia la vaga sensación de estar flotando entre dos dimensiones, a veces era como si la muerte me arrastrara con todas sus fuerzas hacia la oscuridad, pero de pronto me devolviera a la vida con su débil pero feroz aliento. Era como si mi corazón dudara entre seguir latiendo o si dar su último latido.
Y mientras mi cuerpo dudaba entre la vida y la muerte, yo me iba haciendo más y más fuerte.
Muchas cosas habían cambiado, no solo en mi, sino también en mi forma de percibir las cosas. Los sonidos se habían vuelto mas perceptibles, los olores más fuertes e incluso el clima se había vuelto más denso y palpable.
Si había contado bien, habían pasado cuatro días desde el accidente y todavía no me sentía en condiciones de moverme ni abrir los ojos. No es como si no lo hubiera intentado, de hecho lo intenté pero mi cuerpo siempre se negó a reaccionar.
- Hola Swayer, ayer oí lo ocurrido y decidí venir a verte...- era la voz de Sophie, se había acercado a la cama y me miraba indecisa. « Esto es una estupidez... » pensó ella para sus adentros. —Puede ser una gran estupidez... pero si me oyes... ¿puedes mover un dedo, una ceja o algo así?
Intenté mover la mano derecha, al principio me costó horrores pero al conseguirlo y ver como Sophie se quedaba en estado de shock, sonreí para mis adentros.
Era muy raro estar recostada en aquella cama y sentir como si estuviera metida en la cabeza de Sophie...
Era muy extraño que ella no dijera nada pero que en mi cabeza no dejara de escuchar su voz diciendo una y otra: Oh, dios mio. Oh, dios mio. Oh, dios mio...
Eso me ha hecho pensar que quizá me estaban atiborrando con demasiado medicamento.
Eso o me estaba volviendo loca.
—¿Puedes, puedes hacerlo otra vez?— preguntó Sophie con voz temblorosa.
Si hubiera podido poner los ojos en blanco, aquella habría sido una buena ocasión para hacerlo.

martes, 7 de mayo de 2013

Dolor.- 4 Capítulo.

Lo primero que sentí al recuperar la consciencia fue un abrazador fuego que se extendía por todo mi cuerpo. Me dolían las extremidades y sentía un agudo dolor de cabeza, intenté moverme pero el cuerpo no me respondía. Luché por abrí los ojos, pero eso era inútil.
- Vuelve a tener pulso.- Dijo alguien a mi lado, su voz era ronca parecida a la de la gente que fuma en exceso. Alguien me rozó el brazo y un intenso dolor me hizo querer gritar pero ningún sonido salió de mis labios.
- Es una chica con suerte.- dijo una segunda voz, era femenina, pude distinguir un cierto matiz dulzón en su voz y aunque no sabía bien por qué, esa voz me resultó terriblemente familiar.- No muchas personas son capaces de sobrevivir a semejante catástrofe.
- Sí Megan ha tenido mucha...- La espesa neblina volvió a hundirme en sus profundidades. Luché por permanecer a flote pero la niebla se volvió más y más pesada...
Los pitidos de la maquina a la que estaba conectada eran incesantes,  mi pulso cardíaco era constante pero débil. Unos pasos resonaban de un lado a otro en la habitación. La persona que los proyectaba parecía bastante nerviosa y se movía casi mecánicamente, cómo si de algún modo no fuera consciente de ello.  Oí una puerta abrirse y cerrarse y de pronto los pasos cesaron.
- Vine lo más rápido que pude... Oh dios mio...- un sollozo inundó el cuarto. Era la voz de mi madre, parecía tan angustiada... quise abrir los ojos y decirle que me encontraba en la medida del posible bien pero, mi cuerpo seguía negándose a responder a mis suplicas. Ella se acercó y me cogió la mano derecha entre la suya, un intenso dolor me recorrió todo el cuerpo, pero mamá no pareció darse cuenta. De hecho nadie parecía darse cuenta de que estaba viviendo un autentico infierno interior en aquel momento. El fuego seguía quemando cada célula de mi ser mientras me mantenía inmóvil en aquella cama de hospital. Mamá me acarició la mano y todo el fuego pareció concentrarse en aquella zona. - Oh dios mio...
- Esta un poco reventada pero se pondrá bien...- La voz de padre reflejaba la misma angustia de mi madre, y por más que intentase aparentar normalidad era más que obvio que estaba tan aterrado cuanto ella.
-¿ Cómo pasó todo esto Dani? Te la dejo durante un día, ¡Un misero día, y resulta que tengo que cancelar mis planes, por que mi hija está un maldito hospital con múltiples costillas rotas y un grave trauma cerebral...- oh no... pero que había hecho... Mamá estaba que echaba humo y papá no tenía la menor culpa... Quise pararle y decirle que la única culpable en todo aquello era yo, pero la espesa neblina volvía a posar otra vez sobre mi. Esta vez me dejé arrastrar sin ninguna objeción.
- ... siento decirte eso pero, creo que estas siendo muy dura con Dani, él se siente tan mal como tu sobre lo que acaba de ocurrir... no puedes venir aquí y pretender echarnos toda la culpa a nosotros... de hecho nadie aquí tiene la culpa del accidente, así que por favor Wendy no sea hipócrita.- Ash no parecía disgustada o triste, simplemente parecía bastante cansada. Sabía que mamá culparía a mi padre por todo y me sentía agradecida de que Ash intentara que mamá entrara en razón, aunque sus palabras pesaran un poco.
- Se que no soy la mejor madre del mundo ni mucho menos la más perfecta, pero a Sawyer nunca le pasó nada mientras estaba en mis manos...- la voz de mamá se quebró y oí otro sollozo, daría cualquier cosa por levantarme de aquella cama y poder  abrazarla.  Mamá era tan sensible, eso la destrozaría.- Me la llevaré a Francia nada más se despierte...
¿Qué? Hace unos días daría cualquier cosa por escuchar esas palabras pero ahora eran las palabras a las que más temía. No podía irme, no sin antes volver a ver a Saik... Y si el chico de la playa resultara no ser él... pues entonces me alejaría tal y como se lo había prometido a Saik. Encontraría la forma de levantarme de aquella cama y luego me las arreglaría para encontrar a Dupree y enfrentarme a él.

domingo, 28 de abril de 2013

El paraíso.- 3 Capítulo.

El sonido de las olas impactandose contra las rocas y el cantar de los pájaros sonaban muy lejano. La brisa otoñal me rozaba la piel suavemente. Abrí los muy despacio, el despejado cielo de Gran Ville me dio la bienvenida. Sonreí de lado y disfruté de toda aquella paz. ¿Podía existir lugar más hermoso?
Inhale una gran bocanada de aire y varios olores distintos inundaron mis fosas nasales, pude distinguir de entre todos aquellos olores el del clavel. No me sorprendí al verme rodeada de claveles. De hecho cosas así pasaban mucho en Gran Ville, cosas inexplicables como que aparezca un río de chocolate tan pronto como hayas  pensando en el... o que llueva algodón de azúcar...
-¿Piensas estar ahí tumbada todo el día?- La voz de Saik provenía de algún punto sobre mi cabeza. Alcé la cabeza y lo vi apoyado sobre el tronco de un árbol. Tenia los brazos cruzados sobre el pecho y me miraba expectación. Me levanté con algo de torpeza, quite los pétalos de claveles que tenía en el pelo y empecé a caminar hacía él. Los claveles empezaron a desaparecer y en su lugar aparecieron mesas de picnik. Saik se acercó y se sentó en una de ellas, su cara era inexpresiva, pero la tensión de sus músculos eran muy visible.
Me senté delante de él y me limité a mirarle. Él sacudió la cabeza con exasperación. - ¿Se puede saber en qué estabas pensando?
Arquee una  ceja y me crucé de brazos.«¿Qué?»
-¿Por qué demonios tenías que subirte al maldito coche y salir como una loca?
-¿Eh?- Él volvió a negar con la cabeza, de pronto en su mirada pude ver un profundo deje de tristeza. Y la realidad me golpeó. Saik estaba ahí y de pronto me vi huyendo, luego el chico de la carretera, el camión y después solo dolor y oscuridad.
-¿Por qué fingiste no conocerme Saik?- Mi voz era temblorosa y tenia un gran nudo en la garganta. Su semblante se volvió mas sombrío y sin darme cuenta prendi la respiración.
- Ese no era yo... bueno si era yo, pero no...- dejó de hablar y se frotó la barbilla. Me miró y resopló.- es complicado.
-Saik...
- No tenemos mucho tiempo, por lo que necesito que me escuches con atención.- Asentí con la cabeza.- Vas a volver, las cosas habrán cambiado, ya no serás la misma de antes, oirás voces, puede que muchas... pero no te preocupes eso es una buena señal.
« Puede que el mundo tenga más color y que sientas nuevas sensaciones, algunas serán buenas... otras no tanto. Pero no te preocupes, estaré ahí, puede que no puedas verme ni oírme... pero encontraré la forma de volver, te lo prometo. Pero hasta que no logre encontrar la forma de volver me tienes que prometer algo. Él me miró con el ceño fruncido mientras esperaba mi respuesta, asentí con la cabeza.- No te fíes de mi... de mi otro yo, él, él no es como yo, él es un sádico y puede hacerte daño...¿ Me oyes Sawyer? Mantente lo más lejos que puedas de Dupree.»
-¿Cómo pondré...- suspiré y moví las manos con exasperación.- ¿Cómo pondré diferenciar a ti de... Dupree?
- Es hora de que despiertes Sawyer- me cogió la mano y me dio un suave beso en los nudillos.- despierta...
- Pero yo...
-¡Vamos Sawyer!- gritó frustrado. Se levanto de un salto y dio un paso hacia atrás. Las mesas de picnik empezaron a desaparecer, me levanté a tiempo de no caerme de culo. Una pequeña bola de electricidad empezó a crecer en las palmas de sus manos. Y a cada segundo duplicaba su tamaño. Él dio un paso hacia mi e instintivamente di otro hacía atrás. Fui a dar otro paso hacia atrás pero acabé chocandome contra algo solido.
- Lo siento, Sawyer...-susurró antes de levantar la mano y hundir la enorme bola sobre mi pecho.
Fuertes convulsiones sacudieron mi cuerpo, sentí una opresión sobre el pecho y ya no pude respirar, la visión se me volvió borrosa y segundos después había perdido la consciencia.

Directamente a la boca del lobo.- 2º Capítulo.

Cinco minutos después Leslie aparcó el descapotable en Main Beach Park.
La playa estaba alborotada de gente, como bien me había contado Leslie, algún grupo del que obviamente no me acuerdo del nombre, ya que solo la había escuchado a medias tocaban hoy, y por lo visto a la gente le gustaba. A medidas que nos acercábamos pude escuchar varios gritos de jubilo y ovaciones. De hecho no lo hacían nada mal...
Me paré un momento al ver a Sophie, la saludé con la mano y ella me hizo señas con la manos, decía algo, pero con todo aquel ruido era imposible saber lo que decía. Había conocido a Sophie la primera vez que me vine de vacaciones a California, era alguien con quien me identificaba y nos divertíamos muchísimo juntas. Le gustaba bailar y cantar, de hecho su hermano Christopher tocaba la guitarra en un grupo. No era un grupo famoso ni nada por el estilo, apenas tocaban en pub los fines de semana...
Me volví para seguir a Leslie pero, ya no estaba por ninguna parte, me puse de puntilla para ver si  encontraba su cabellera rubia pero nada, no había ni rastro de la descabellada de mi cuñada. Bufé, ¿es que acaso no se daba cuenta de que me había perdido? Empecé a caminar entre la muchedumbre algo desorientada, papá tenia razón, no debería haber salido, tenía mala espina referente a todo eso y no me gustaba ni un pelo.
Vi a Sam a lo lejos y empecé a caminar hacía él, parecía buscar a alguien entre la multitud, Leslie también estaba con él, le hablaba pero él no parecía oírla, de hecho parecía bastante enfadado. Inmediatamente supe por qué... estaba enfadado con Leslie por haberme perdido, me sentí culpable... En cierto modo la culpa era mía, caminé con decisión hacia ellos pero algo me detuvo...
Un grupo de chicos se interpusieron en mi camino, levanté la vista para decirles que se apartaran pero me quedé petrificada. ¿Cómo era eso posible?
¿Saik? ¿Cómo demonios...?
Sus brillantes ojos color zafiro se encontraron con los míos y una oleada de calor invadió mi cuerpo, estaba segura que el calor de California no tenia nada que ver con el estremecimiento de mi cuerpo. ¿Cómo era posible qué fuera Saik? Yo no estaba dormida entonces, ¿Cómo era posible que estuviera delante de mi con esa típica sonrisa arrogante en los labios?
Toda la musica había desaparecido, de hecho todos parecían haber desaparecido, menos él y yo...
-¿Saik? Saik...- mi voz fue apenas un susurro, pero al ver que él fruncía el ceño, de un modo que sólo Saik sabía hacerlo, supe que me había escuchado.
-¿Perdón?¿Nos conocemos?-No debería haber sido capaz de oírle, no con todo aquel ruido de fondo, pero su voz sonó tan clara en mi mente que era como si me lo acabara de susurrar al oído. Todo aquello era muy extraño...
Sentí un tirón en el brazo derecho e inmediatamente salí de mi estupor. Leslie me miraban con los ojos desorbitados y parecía muy nerviosa.
-¿Se puede saber dónde te habías metido?- abrí la boca para contestar pero la volví a cerrar. Alcé la vista para mirar a Saik, pero no estaba allí, miré a nuestro alrededor pero no había ni rastro... Leslie tiró de mi y me condujo entre la multitud.- Tu hermano está como loco...
- Necesitó, necesito irme a casa...- dije distraída, Leslie empezó a decir algo pero yo ya me estaba yendo en dirección al coche, no sabia decir si lo que acababa de pasar era alucinación mía por estar expuesta a los rayos del solo o si realmente acababa a ver a Saik.
Rápidamente me subí al descapotable y puse el coche en marcha. No prestaba mucho atención a la carretera, me sentía tan confundida y aterrada, me sentía un verdadero manojo de nervios...¿Como era posible que fuera Saik? Le he tenido durante toda la vida en mis sueños, todas las noches después de caer en un profundo sueño lo encuentro, siempre supe que él no era real o eso es lo que siempre he creído. Nunca pensé en la posibilidad de poder encontrarlo... no mientras estuviese despierta. 
Me ardían los ojos y eso dificultaba mi visión, una lágrima se me resbaló por la mejilla, inmediatamente me la limpie con el torso de la mano. Ajusté el retrovisor, suspirando volví mi atención a la carretera. Más adelante vi a un chico rubio platino parado al lado de la carretera, tenia los brazos cruzados sobre el pecho y mantenía una postura relajada. Iba vestido con pantalones negro, una sudadera del mismo color y botas militares, era de locos... ¿es qué acaso no tenía calor? Lo seguí con la mirada, sus intensos ojos negros se encontraron con los mios y una pequeña sonrisa burlona le salió en las comisuras de los labios, hizo un gesto de cabeza hacia adelante y en ese preciso instante el ensordecer sonido del claxon de un camión llegó a mis oídos... El camión venia directamente hacía mi.
Era demasiado tarde para frenar por lo que giré bruscamente el volante y el coche empezó a dar bandazos.
Todo se volvió negro, las ruedas chirriando y la  bocina se quedaron en silencio. La sensación de dar vueltas y un agudo dolor atravesó mi cuerpo.
Traté de gritar para pedir ayuda pero no me salió nada. Comencé a sofocarme. Algo pesado me presionaba el cuerpo y me impedía respirar. Jadeé e intenté moverme pero el cuerpo no me respondía. El intenso calor que se extendía por mi cuerpo era asfixiante. El peso sobre mi cuerpo se fue haciendo menos y menos hasta que ya no pude sentirlo. Luché por abrir los ojos pero la espesa niebla de oscuridad me volvió con su manto. Y de pronto todo fue paz y silencio.

sábado, 27 de abril de 2013

Sol de California. - 1º capítulo.

Es increíble como tu vida puede cambiar de una semana a otra... Hace apenas una semana estaba sentada sobre mi cama -en Oregónhaciendo las maletas para venirme a California y hoy me encuentro en un turbulento avión a punto de despegar en el  John Wayne airport. -Santa Ana, California.-
No sabía decir que era peor, que mi madre se hubiera casado por tercera vez y se haya ido a vivir al extranjero o que tenga que vivir con mi padre y con su esposa.
Seguramente fuera lo último. Sí, sin lugar a duda era lo peor. La idea de tener que recomenzar mi vida en otro estado, en otro instituto y conocer a otras personas me ponía la piel de gallina. Pero al fin y al cabo, ¿qué otra opción tenía? Mamá se había embargado en otra de sus románticas aventuras y yo no hacía parte de su equipaje. En cuanto las puertas del avión se abrieron corrí hacía la salida, me habían mantenido encerrada en aquel avión por ocho malditas horas y ahora necesitaba, cómo fuera, un poco de aire puro.
 Después de hacerme con mi equipaje. Una Samsonite plateada y mi mochila de viaje, me dirigí hacía la terminal donde me esperaban Daniel - mi padre- y Ashley. Papá fue el primero en verme y enseguida alzó el cartel blanco donde estaba escrito mi nombre, puse los ojos en blanco y caminé hacía ellos, tuve que esquivar a varias personas para llegar hasta donde estaban. Había bastantes turistas por allí, a estas alturas de las vacaciones no era de extrañarse, la gente intentaba aprovechar el fin de las vacaciones por todos los medios.
Ashley fue la primera en darme un fuerte abrazo, llevaba una falda de tubo blanca y una camiseta verde suave en la que ponía: Ama a la naturaleza y ella te amará a ti.
Sus cabellos castaños le caían a la altura del hombro y sus ojos avellana brillaban con cariño. Ashley era una gran mujer y era más que obvio que mi padre estaba perdidamente enamorado de ella.
- Bienvenida Sawyer.- me susurró al oído antes de soltarme.
- ¿Qué tal el viaje Saw?.- preguntó mi padre después de darme uno de sus típicos abrazos de oso.
- Muuuuy largo.- digo con exasperación y ellos se ríen. Ashley entrelaza su brazo con el mio y me conduce entre la muchedumbre de turistas, ella tiene mucha más agilidad que yo al desplazarse por estos lugares. Papá viene detrás de nosotras cargando con las maletas. Me pregunto donde estará Sam, me había prometido que estaría aquí...
- ¿Y Sam?.- Susurro a Ash. Ella me mira y se ríe.
- Leslie le arrastro  de compras...¿Te lo puedes creer?- Niego con la cabeza, eso es del todo nuevo, Sam, como cualquier tipo normal odia ir de compras. Aunque con Leslie nunca se sabe. Leslie es la novia de Sam y llevan saliendo desde segundo grado, es un poco difícil de creer teniendo en cuenta que siempre están discutiendo.  Leslie es una chica muy peculiar, su estilo es muy propio de una groupe de Paris Hilton, pero es alguien totalmente divertida... Aunque a veces no puedo estar más de dos minutos en la misma habitación que ella sin querer arrancarle sus falsas extensiones.


Después de un largo trayecto en coche, Daniel aparcó el coche delante de una gran casa playa spa. La mayoría de las casas en este barrio son demasiado ostentosas, grandes y con alguna que otra pared de vidrio, lo que dejaba más que a la vista lo lujosas que llagaban a ser. Este barrio al norte de Laguna Beach tiene su propio sistema de seguridad, jardinería y reparto de periódico. Lo que más me gustaba de todo eso era la naturaleza que rodeaba el lugar. Seguí a Ash dentro, el interior de la casa era tan impresionante cuanto lo parecía por fuera, el recibidor era bastante amplio, con sus contrastes de colores puros, muebles hecho a medida, suelo de parquet, sillones de cuero de imitación blancos, televisor de pantalla plana, biblioteca particular, cuadros hechos por Ash. Todo en aquella habitación resultaba exquisito y refrescante. Ash, era una decoradora de primera, sabía muy bien combinar los colores a perfección y su sentido del gusto era realmente delicioso a simple vista. En uno de los sofás con forma de L, estaban mi hermano y su novia. Leslie nada más verme saltó del sofá y se vino hacía mi a saludarme.
- ¡Sawyer!.- chilló antes de envolverme en sus brazos, ¿he dicho que es adorable? Su pelo rubio le llegaba hasta por debajo de la cintura, su piel estaba bronceada a causa del sol, aunque teniendo en cuenta el sitio donde estábamos no era de extrañar.- ¡Me alegro tanto de que estés ya aquí!
La sonreí de oreja a oreja, Sam se colocó detrás de ella y me sonrió burlón. ¿Ya os he dicho cuán odio que me sonría así? Me hace recordar nuestra niñez, donde el siempre me tiraba del pelo y me hacia enfadar, y también me hace recordar a alguien más...
- ¿Lista para un poco de marcha, Sis?.- preguntó revolviéndome el pelo, puse cara de pocos amigos y él se echó a reír.
- Tu hermana acaba de llegar Sam, lo que menos necesita es un poco de marcha.- dijo Daniel en tono contradictorio. Mi padre siempre ha sido muy protector, sobre todo cuando se trata de mi, ya que Sam sabe cuidarse solito, aunque eso no quiera decir que yo no sepa cuidarme por mi misma. De hecho lo puedo, pero seria inútil hacer que mi padre razonara de la misma forma.
- ¡Oh vamos!- Chilló Leslie intentando animar a mi padre.
- Quizá después de comer ¿qué os parece?.- dijo Ash poniéndose de nuestra parte. Ash, siempre contradecía mi padre y siempre salia ganando, era de gran ayuda cuando queríamos hacer algo. Mientras que mi padre era el cascarrabias que nos quería mantener encerrados las veinticuatro horas del día, Ash era el alma rebelde, un alma libre y espontanea.
Por el rabillo vi mi padre negar con la cabeza, me giré hacía él y sonreí, él me devolvió la sonrisa. No solía pasar mucho tiempo con mi padre, y estaba segura de que era por el hecho de que nos pareciéramos mucho, en todos los aspectos. Había heredado el color de sus cabellos ( castaño.) su nariz chata y su poco sentido del humor. Mi madre siempre me decía que había nacido con una alma demasiado vieja, a diferencia de mi, mi madre era una soñadora compulsiva, le gustaba enamorarse, mejor dicho le gustaba la sensación de sentirse enamorada, por eso siempre se estaba embarcando en una nueva aventura. Mis padres se habían conocido en el instituto habían sido amigos durante la mayor parte de sus vidas, y bueno después de una noche de borrachera... nueve meses después nací yo.


La comida estaba deliciosa. Dona, el ama de llaves siempre me impresionaba con sus habilidades culinarias. Su chili con carne era el mejor que había probado jamas. Dona era colombiana y aunque había vivido la mayor parte de su vida en los Estado Unido, seguía reservando su maravilloso asento extranjero. Después de comer subí a mi habitación para darme una ducha rápida.
Tengo todo lo que suele tener en una habitación: Una cama, una cómoda y un escritorio. Pero además tiene un televisor de pantalla plana, un gigantesco armario-vestidor, un baño descomunal con jacuzzi y un plato de ducha separado y una terraza con increíbles vistas al mar.
La habitación sigue igual que cuando la dejé hace unos meses. Encima del escritorio hay una corcho con varias fotos de mis amigos y yo. Cuando fuimos a Paris por navidades, en Nueva York en la semana de la moda, acción de gracias, haciendo galletas con la madre de Hillary. Una foto de Ryan MacKlarens y yo - mi ex novio- vestidos para el baile de Bienvenida de cuarto grado. Ryan y yo haciendo el tonto con natillas de chocolate... Ryan había sido mi primer y único novio, habíamos decidido dejarlo cuando él se fue a la universidad de Columbia - Nueva York.- El sueño de Ryan siempre había sido ser medico y al conseguir una beca en Columbia no la pudo rechazar. Al principio lo eché muchísimo de menos, Ryan era sin duda mi alma gemela, nos complementamos a la perfección,  nos entendíamos y nos respetábamos, eso era lo más importante. Me hace pensar que si estuviera aquí todo seria diferente, la ultima noticia que tuve de él era que le iba bien y que estaba saliendo con alguien... desde entonces no quise mantener más el contacto, saber que él seguía adelante con su vida sin mi ya era demasiado duro. Después de una ducha rápida, me puse unos shorts de encaje blanco, una camiseta color rosa magenta. Me peine el pelo y me hice una trenza cascada. Tenia un aspecto bastante pálido para estar a mediados de verano, estaba más que claro que no era de allí, la gente de Laguna Beach siempre va bronceada y yo parecía más bien un fantasma. Alguien tocó a la puerta y di un respingo.
- Adelante.
Desde el espejo veo a Leslie, ella me dedica una sonrisa cómplice y entra.
-¿Lista?- Asiento con la cabeza y ella hace una mueca de fastidio.- ¿No pensarás ir con esa camiseta verdad?
Bajé la vista hasta mi camiseta rosa magenta. ¿Qué tenia de mal? A mi me gustaba.
-¿Por qué no?
- El magenta no te pega cariño, pero estoy segura que pondremos hacer algo... - Leslie salió del baño, la seguí, esa chica estaba majara... Ella se metió en el armario-vestidor y empezó a revolver mis cosas.
- Está claro que tendremos que ir de compras muy pronto... más tardar mañana.- puse los ojos en blanco, me senté cobre el banco del armario-vestidor y la observé mientras rebuscaba.
- ¿Que te parece el rojo? ¿Te gusta el rojo?- ¿Rojo? ¿De dónde sacaba aquella camiseta roja? Yo nunca... Oh.
- No, el rojo es el único color al que nunca me atrevería a poner. - No es que no me gustase el rojo, era sólo que... no era mi color favorito.
- Bueno, pues, ¡el azul!
Ella sonrió y me tendió la prenda de seda azul, suspiré cogí la camiseta y me dirigí otra vez al baño. Segundos después salí y la vi esperándome sentada sobre la cama. Leslie llevaba un bonito vestido amarillo con lunares blancos y una cinta azul le adornaba en torno de la cintura y unas sandalias de plataforma blanca.
- ¡Perfecta! Vamos antes que tu hermano se vuelva un loco y no quiera llevarnos a la fiesta...- saltó de la cama y se caminó hacía la puerta. La seguí. Bajamos por las escaleras y vimos a Ash y a Daniel sentados mirando la tele.
- Chicas siento deciros eso pero, Sam ya se ha ido.- Leslie enarcó una ceja y pareció levemente irritada, respiró hondo y sonrió.
- Bueno, ¿quien necesita a Sam?- dijo más para ella que para mi. - ¿Qué te parece si estrenamos ese Audi que te regaló Daniel por tu bienvenida?
Entorné los ojos y la miré con resignación, no es que no quisiera estrenar el Audi, solo esperaba dejarlo para más adelante. Era imposible negar algo a Leslie ya que su temperamento no era algo al que deseaba en esos momentos...
- Claro.
Ella sonrió de oreja a oreja, el brillo malicioso de sus ojos me advirtieron que planeaba algo. Me cogió del brazo y me hizo seguirla hacía el garaje.

jueves, 25 de abril de 2013

Prólogo.

Él siempre ha estado en mis sueños... Siempre supe que él no era real, o eso creía...

Todos los días después de caer en un profundo sueño me transporto a otra dimensión.

La primera vez que me sucedió, tenía apenas siete años. Y todavía lo recuerdo cómo si fuera ayer.
Había ido a parar en medio de un campo de maíz, y aunque supiera a ciencia cierta que me encontraba dormida, me asusté.
En medio de toda esa plantación había un estrecho camino de tierra, dudé un momento antes de seguirlo.
Caminé durante varios minutos, pero el camino de tierra no parecía dar a ninguna parte, por más que caminara no me movía del sitio. Después de varios minutos perdidos, me dí por vencida. Me dejé caer sobre mis rodillas, me tape la cara y respiré hondo. Las lágrimas me escocían los ojos, solo quería irme a casa o simplemente despertarme de aquel maldito sueño.
Unos pasos hicieron eco en todo el campo, rápidamente limpié las lágrimas que se resbalaban por mis mejillas y me levanté. Miré a mi alrededor intentando averiguar de donde provenían los pasos, pero no vi a nadie. Me encogí de hombros, el ruido parecía estar cada vez más cerca, pero no había ni rastro de quien los proyectaba.
Hola. Una voz aterciopelada a mi espalda me sobresaltó. Rápidamente me di la vuelta para ver de quien se trataba. Era un niño, un poco más alto que yo, pero seguramente tuviera mi misma edad. Tenía la tez blanquecina, el pelo castaño claro y unos profundos ojos azul turquesa. Sus ojos brillaban con mucha intensidad y una pequeña sonrisa torcida brotaba de sus labios. Mamá siempre había dicho que no hablara con extraños, por lo que, no le contesté.
Soy Saik Contestó y sus ojos brillantes soltaron chispas. ¿Cómo era posible que unos ojos brillaran tanto? Estaba fascinada. Eran tan brillantes...
¿Qué pasa?¿El gato te ha comido la lengua? Su sonrisa burlona me hizo fruncir el ceño. ¿Acaso se estaba burlando de mi? Niño estúpido.
Le di la espalda y volví a sentarme sobre la arena polvorosa.
¿Vas a ignorarme? dijo él sin ningún atisbo de humor en la voz. Quise girarme para ver que cara ponía, pero me resistí. No quería darle ese gusto.
¿Ignorarle? Buena idea.
Odiaba a los chicos estúpidos que se burlaban de mi. Ya tenía suficiente con que Sam Mi medio hermano me quisiera amargar la vida. No iba a permitir que un estúpido niño también lo hiciera.
Ya veo... no eres muy comunicativa,¿eh? Su humor volvía a llenar el ambiente, levanté la vista y le fulminé con la mirada. Él niño estúpido seguía sonriendo cómo si nada... Estuve tentada a darle un patada y salir corriendo, pero esa no era una gran opción, teniendo en cuanta la situación...
Bueno.. creo que no te sientes grata con mi presencia...hizo una pausa así que... me voy.
¿Irse? ¿Se iba a ir e iba a dejarme sola?
¿Puedo acompañarte? pregunté esperanzada.
Con una condición Claro, cómo no... No podía hacer nada desinteresadamente, niños estúpidos.
¿Qué condición?Contesté levantándome.
Que serás menos borde y, harás todo lo que yo te diga.Y encima hablaba cómo un adulto, lo que me faltaba... Ese era mi sueño... ¿Por qué tenía que hacer lo que él quisiera? Vale, haría lo que él me dijera, pero sólo por qué tenía ganas de irme de allí.
Vale, pero cómo vuelvas a sonreír así, te patearé el culo... hice una pausa al ver que él fruncía el ceño. Créeme, si puedo con Sam, también pondré contigo.
Él se rió, pero al ver la cara de pocos amigos que tenía, se calló al instante.
Había visto con Sam, varios episodios de Karate, Kung fu y Judo. Y tenía mas o menos una idea de como poder dejarle K.O.
El niño de los ojos azules turquesa, quien se identificaba por Saik, me tendió la mano, fruncí el ceño durante un rato antes de unir mi mano con la suya. Seguimos el estrecho camino de tierra arenosa por lo que parecieron horas, hasta que salimos a un gran bosque. Me paré un momento admirando los enormes árboles, era maravilloso, nunca había visto tanto verde en toda mi vida. ¿A quien se le ocurriría hacer una plantación de maíz en pleno bosque?
Me giré para echar un último vistazo al campo, pero, ya no estaba allí.
Allí donde se suponía que debería de estar el campo de maíz, sólo había otra gran parte del mismo bosque. Con ojos desorbitados, levanté la vista y miré al niño que me sujetaba la mano.
Él sonrió de lado y negó con la cabeza.
Te acabarás acostumbrando... su sonrisa se hizo más dulce. Las cosas aquí funcionan de otro modo...