Es increíble como tu vida puede cambiar de una semana a otra... Hace apenas una semana estaba sentada sobre mi cama -en Oregón- haciendo las maletas para venirme a California y hoy me encuentro en un turbulento avión a punto de despegar en el John Wayne airport. -Santa Ana, California.-
No sabía decir que era peor, que mi madre se hubiera casado por tercera vez y se haya ido a vivir al extranjero o que tenga que vivir con mi padre y con su esposa.
Seguramente fuera lo último. Sí, sin lugar a duda era lo peor. La idea de tener que recomenzar mi vida en otro estado, en otro instituto y conocer a otras personas me ponía la piel de gallina. Pero al fin y al cabo, ¿qué otra opción tenía? Mamá se había embargado en otra de sus románticas aventuras y yo no hacía parte de su equipaje. En cuanto las puertas del avión se abrieron corrí hacía la salida, me habían mantenido encerrada en aquel avión por ocho malditas horas y ahora necesitaba, cómo fuera, un poco de aire puro.
Después de hacerme con mi equipaje. Una Samsonite plateada y mi mochila de viaje, me dirigí hacía la terminal donde me esperaban Daniel - mi padre- y Ashley. Papá fue el primero en verme y enseguida alzó el cartel blanco donde estaba escrito mi nombre, puse los ojos en blanco y caminé hacía ellos, tuve que esquivar a varias personas para llegar hasta donde estaban. Había bastantes turistas por allí, a estas alturas de las vacaciones no era de extrañarse, la gente intentaba aprovechar el fin de las vacaciones por todos los medios.
Ashley fue la primera en darme un fuerte abrazo, llevaba una falda de tubo blanca y una camiseta verde suave en la que ponía: Ama a la naturaleza y ella te amará a ti.
Sus cabellos castaños le caían a la altura del hombro y sus ojos avellana brillaban con cariño. Ashley era una gran mujer y era más que obvio que mi padre estaba perdidamente enamorado de ella.
- Bienvenida Sawyer.- me susurró al oído antes de soltarme.
- ¿Qué tal el viaje Saw?.- preguntó mi padre después de darme uno de sus típicos abrazos de oso.
- Muuuuy largo.- digo con exasperación y ellos se ríen. Ashley entrelaza su brazo con el mio y me conduce entre la muchedumbre de turistas, ella tiene mucha más agilidad que yo al desplazarse por estos lugares. Papá viene detrás de nosotras cargando con las maletas. Me pregunto donde estará Sam, me había prometido que estaría aquí...
- ¿Y Sam?.- Susurro a Ash. Ella me mira y se ríe.
- Leslie le arrastro de compras...¿Te lo puedes creer?- Niego con la cabeza, eso es del todo nuevo, Sam, como cualquier tipo normal odia ir de compras. Aunque con Leslie nunca se sabe. Leslie es la novia de Sam y llevan saliendo desde segundo grado, es un poco difícil de creer teniendo en cuenta que siempre están discutiendo. Leslie es una chica muy peculiar, su estilo es muy propio de una groupe de Paris Hilton, pero es alguien totalmente divertida... Aunque a veces no puedo estar más de dos minutos en la misma habitación que ella sin querer arrancarle sus falsas extensiones.
Después de un largo trayecto en coche, Daniel aparcó el coche delante de una gran casa playa spa. La mayoría de las casas en este barrio son demasiado ostentosas, grandes y con alguna que otra pared de vidrio, lo que dejaba más que a la vista lo lujosas que llagaban a ser. Este barrio al norte de Laguna Beach tiene su propio sistema de seguridad, jardinería y reparto de periódico. Lo que más me gustaba de todo eso era la naturaleza que rodeaba el lugar. Seguí a Ash dentro, el interior de la casa era tan impresionante cuanto lo parecía por fuera, el recibidor era bastante amplio, con sus contrastes de colores puros, muebles hecho a medida, suelo de parquet, sillones de cuero de imitación blancos, televisor de pantalla plana, biblioteca particular, cuadros hechos por Ash. Todo en aquella habitación resultaba exquisito y refrescante. Ash, era una decoradora de primera, sabía muy bien combinar los colores a perfección y su sentido del gusto era realmente delicioso a simple vista. En uno de los sofás con forma de L, estaban mi hermano y su novia. Leslie nada más verme saltó del sofá y se vino hacía mi a saludarme.
- ¡Sawyer!.- chilló antes de envolverme en sus brazos, ¿he dicho que es adorable? Su pelo rubio le llegaba hasta por debajo de la cintura, su piel estaba bronceada a causa del sol, aunque teniendo en cuenta el sitio donde estábamos no era de extrañar.- ¡Me alegro tanto de que estés ya aquí!
La sonreí de oreja a oreja, Sam se colocó detrás de ella y me sonrió burlón. ¿Ya os he dicho cuán odio que me sonría así? Me hace recordar nuestra niñez, donde el siempre me tiraba del pelo y me hacia enfadar, y también me hace recordar a alguien más...
- ¿Lista para un poco de marcha, Sis?.- preguntó revolviéndome el pelo, puse cara de pocos amigos y él se echó a reír.
- Tu hermana acaba de llegar Sam, lo que menos necesita es un poco de marcha.- dijo Daniel en tono contradictorio. Mi padre siempre ha sido muy protector, sobre todo cuando se trata de mi, ya que Sam sabe cuidarse solito, aunque eso no quiera decir que yo no sepa cuidarme por mi misma. De hecho lo puedo, pero seria inútil hacer que mi padre razonara de la misma forma.
- ¡Oh vamos!- Chilló Leslie intentando animar a mi padre.
- Quizá después de comer ¿qué os parece?.- dijo Ash poniéndose de nuestra parte. Ash, siempre contradecía mi padre y siempre salia ganando, era de gran ayuda cuando queríamos hacer algo. Mientras que mi padre era el cascarrabias que nos quería mantener encerrados las veinticuatro horas del día, Ash era el alma rebelde, un alma libre y espontanea.
Por el rabillo vi mi padre negar con la cabeza, me giré hacía él y sonreí, él me devolvió la sonrisa. No solía pasar mucho tiempo con mi padre, y estaba segura de que era por el hecho de que nos pareciéramos mucho, en todos los aspectos. Había heredado el color de sus cabellos ( castaño.) su nariz chata y su poco sentido del humor. Mi madre siempre me decía que había nacido con una alma demasiado vieja, a diferencia de mi, mi madre era una soñadora compulsiva, le gustaba enamorarse, mejor dicho le gustaba la sensación de sentirse enamorada, por eso siempre se estaba embarcando en una nueva aventura. Mis padres se habían conocido en el instituto habían sido amigos durante la mayor parte de sus vidas, y bueno después de una noche de borrachera... nueve meses después nací yo.
La comida estaba deliciosa. Dona, el ama de llaves siempre me impresionaba con sus habilidades culinarias. Su chili con carne era el mejor que había probado jamas. Dona era colombiana y aunque había vivido la mayor parte de su vida en los Estado Unido, seguía reservando su maravilloso asento extranjero. Después de comer subí a mi habitación para darme una ducha rápida.
Tengo todo lo que suele tener en una habitación: Una cama, una cómoda y un escritorio. Pero además tiene un televisor de pantalla plana, un gigantesco armario-vestidor, un baño descomunal con jacuzzi y un plato de ducha separado y una terraza con increíbles vistas al mar.
La habitación sigue igual que cuando la dejé hace unos meses. Encima del escritorio hay una corcho con varias fotos de mis amigos y yo. Cuando fuimos a Paris por navidades, en Nueva York en la semana de la moda, acción de gracias, haciendo galletas con la madre de Hillary. Una foto de Ryan MacKlarens y yo - mi ex novio- vestidos para el baile de Bienvenida de cuarto grado. Ryan y yo haciendo el tonto con natillas de chocolate... Ryan había sido mi primer y único novio, habíamos decidido dejarlo cuando él se fue a la universidad de Columbia - Nueva York.- El sueño de Ryan siempre había sido ser medico y al conseguir una beca en Columbia no la pudo rechazar. Al principio lo eché muchísimo de menos, Ryan era sin duda mi alma gemela, nos complementamos a la perfección, nos entendíamos y nos respetábamos, eso era lo más importante. Me hace pensar que si estuviera aquí todo seria diferente, la ultima noticia que tuve de él era que le iba bien y que estaba saliendo con alguien... desde entonces no quise mantener más el contacto, saber que él seguía adelante con su vida sin mi ya era demasiado duro. Después de una ducha rápida, me puse unos shorts de encaje blanco, una camiseta color rosa magenta. Me peine el pelo y me hice una trenza cascada. Tenia un aspecto bastante pálido para estar a mediados de verano, estaba más que claro que no era de allí, la gente de Laguna Beach siempre va bronceada y yo parecía más bien un fantasma. Alguien tocó a la puerta y di un respingo.
- Adelante.
Desde el espejo veo a Leslie, ella me dedica una sonrisa cómplice y entra.
-¿Lista?- Asiento con la cabeza y ella hace una mueca de fastidio.- ¿No pensarás ir con esa camiseta verdad?
Bajé la vista hasta mi camiseta rosa magenta. ¿Qué tenia de mal? A mi me gustaba.
-¿Por qué no?
- El magenta no te pega cariño, pero estoy segura que pondremos hacer algo... - Leslie salió del baño, la seguí, esa chica estaba majara... Ella se metió en el armario-vestidor y empezó a revolver mis cosas.
- Está claro que tendremos que ir de compras muy pronto... más tardar mañana.- puse los ojos en blanco, me senté cobre el banco del armario-vestidor y la observé mientras rebuscaba.
- ¿Que te parece el rojo? ¿Te gusta el rojo?- ¿Rojo? ¿De dónde sacaba aquella camiseta roja? Yo nunca... Oh.
- No, el rojo es el único color al que nunca me atrevería a poner. - No es que no me gustase el rojo, era sólo que... no era mi color favorito.
- Bueno, pues, ¡el azul!
Ella sonrió y me tendió la prenda de seda azul, suspiré cogí la camiseta y me dirigí otra vez al baño. Segundos después salí y la vi esperándome sentada sobre la cama. Leslie llevaba un bonito vestido amarillo con lunares blancos y una cinta azul le adornaba en torno de la cintura y unas sandalias de plataforma blanca.
- ¡Perfecta! Vamos antes que tu hermano se vuelva un loco y no quiera llevarnos a la fiesta...- saltó de la cama y se caminó hacía la puerta. La seguí. Bajamos por las escaleras y vimos a Ash y a Daniel sentados mirando la tele.
- Chicas siento deciros eso pero, Sam ya se ha ido.- Leslie enarcó una ceja y pareció levemente irritada, respiró hondo y sonrió.
- Bueno, ¿quien necesita a Sam?- dijo más para ella que para mi. - ¿Qué te parece si estrenamos ese Audi que te regaló Daniel por tu bienvenida?
Entorné los ojos y la miré con resignación, no es que no quisiera estrenar el Audi, solo esperaba dejarlo para más adelante. Era imposible negar algo a Leslie ya que su temperamento no era algo al que deseaba en esos momentos...
- Claro.
Ella sonrió de oreja a oreja, el brillo malicioso de sus ojos me advirtieron que planeaba algo. Me cogió del brazo y me hizo seguirla hacía el garaje.